El verdadero poeta del film es la cámara… (1916), de Paul Wegener

El verdadero poeta del film es la cámara… (1916), de Paul Wegener

Paul Wegener

En 1916, Paul Wegener (1874-1948), actor y cineasta alemán, ya había correalizado El estudiante de Praga, y un primer Golem. Formado en el arte de la luz de Max Reinhardt, alza la cámara como “verdadero poeta del film”, y defiende, en su conferencia, la idea de un cine que olvidando novela y teatro expresa su propia “cinética”, es decir, sus características específicamente visuales.

El verdadero poeta del film es la cámara… (1916)

Antes de exponer nuevas ideas, resumimos rápidamente lo que se hace hoy en el cine. Distingo entre las siguientes categorías:

  • las películas que se apoyan realmente en el arte de los actores.
  • las películas de suspense y las historias sentimentales ilustradas.
  • por último, las películas de trucos y animación

Me inclino por el último género, las películas de aventura y de animación. Los americanos han sido principalmente quienes han hecho muy buenas cosas. Esas películas de vaqueros donde uno vuelve a ser un niño, y cree estar en una página de Cooper, donde los ejércitos atraviesan hermosos paisajes, las cabañas arden, las cazas salvajes, las persecuciones y combates a muerte se suceden; estas películas muestran imágenes de una gran fuerza y de gran belleza.

También forman parte de este grupo las películas policíacas que terminan en un caos de carreras y persecuciones, fugas en los tejados, explosiones de armarios y desapariciones por las chimeneas. En estos temas, hay mucho de lo que yo denominaría “cinética”, es decir, posibilidades típicamente visuales que sólo la técnica cinematográfica permite.

Hay que decir que el teatro y la literatura deben olvidarse, y que hay que crear por y para el cine. El verdadero poeta del film debe ser la cámara. La posibilidad de un cambio ininterrumpido de punto de vista, los innumerables trucos, en resumen, la técnica cinematográfica debe determinar la elección del tema. Cuando hice cine por vez primera, fue porque tuve una idea que ningún otro arte podía expresar. Fue El estudiante de Praga…

Con la idea del Golem, esta curiosa figura de mito y tierra del Rabino Loew, en la leyenda del mito de Praga, entré en el dominio de lo “cinematográfico” puro. Aquí, todo descansa sobre la imagen, sobre la confusión de un mundo fantástico de los siglos pasados con el presente. Y todavía no conocía el verdadero destino del cine, el efecto producido solamente por la técnica fotográfica. Ritmo y tiempo, claroscuro, juegan en el cine el mismo papel que en la música. Y creo que el fin supremo es una lírica cinematográfica en la que se renunciaría completamente  al significado documental de la imagen como tal.

De la recopilación de textos realizada por Daniel Banda y José Moure publicada en «Le cinéma: naissance d’un art (1895-1920)«. Ed.Flammarion