«Sueño», por Anne-Marie Miéville

«Sueño», por Anne-Marie Miéville

En el cine Bourg (1), en la calle del mismo nombre, durante la proyección de una película indefinida.

Y la sala está invertida de forma provisional, las butacas dispersas miran hacia la entrada.

Los espectadores sentados de forma dispersa, no se agrupan.

La proyección no es única, no es visible el haz de luz.

Y la imagen se forma desde el interior sobre una especie de vidriera de una calidad de definición mediocre.

La gente se mueve, entra y sale sin preocuparse por el comienzo o el fin. Cuando están de pie, se integran en la imagen, no como una silueta negra ante ella sino como un personaje de ficción. Esto desnaturaliza completamente la película que intento ver. Actúan también sobre el mismo plano que los actores, y ya no hay obra posible.

Intento que sean conscientes de que rompen las reglas de la proyección y del respeto que se debe al espectáculo, pero nadie me escucha. Se burlan de mí, me silban. Después de la película, en el bar del cine hay una especie de ceremonia de entrega de premios a los actores. Allí se encuentra Sabine A. que me ignora,  y también está Aurore, amable con todos. A la salida, esta última me entrega un documento de parte de Sabina A. Es una suerte de librito anodino en el que ha pegado algunas citas sobre los grabados.

La primera frase que veo dice que el don de sí mismo y la paciencia en la espera de un regreso no pueden constituir una obra. Por lo tanto, aquel que se comporta de este modo nunca será un artista. Esta sentencia me afecta mucho, la siento como una viva crítica a mi trabajo sobre el que ya tengo tantas dudas. Entre las páginas del libro, ha depositado un cheque de cuatro francos y cincuenta céntimos para colaborar con el gasto de comida de mis gatos.

(1) El nombre del cine significa ciudad, villa, centro urbano.

Texto recogido en «Images en parole» de Anne-Marie Miéville. Farrago, Ediciones Léo Scheer 2002