Seis lecciones sobre el sonido y el sentido, por Roman Jakobson

Seis lecciones sobre el sonido y el sentido, por Roman Jakobson

Hace algunos años en una entrevista a Jean-Luc Godard, le preguntaron cuál era su libro de cine favorito. Él contestó que, en su opinión, el libro de cine por excelencia era un libro de Roman Jakobson publicado en 1976. Bajo el título «Seis lecciones sobre el sonido y el sentido» el libro recogía una serie de clases magistrales impartidas por el lingüista en el año 1942 en Nueva York, en la Escuela Libre de Estudios Superiores (École Libre des Hautes Études), que eruditos belgas y franceses exiliados acababan de fundar.

Traducimos a continuación un fragmento del libro.

Conocen el famoso poema de Edgar Allan Poe titulado “El cuervo” (The Raven) y el estribillo melancólico de este poema, Nevermore. Este término, el único que profiere el huésped lúgubre, es “todo lo que sabe”, como subraya el poeta que citamos aquí siguiendo una traducción de Baudelaire. El vocablo que sólo contiene algunos sonidos posee sin embargo un rico contenido semántico.

Señala la negación, negación de futuro, negación de futuro para siempre. Esta palabra augural de siete sonidos, -siete, puesto que Poe insiste en la presencia de la r final, siendo, nos dice, “la consonante más vigorosa” (most producible), este estribillo es capaz de trasladarnos al futuro, más aún, a la eternidad.

Pero si es importante lo que desvela, es aún más lo que disimula, rico en significados virtuales, en significados concretos sugeridos por el contexto de la conversación o por la misma situación.

Abstraído de cualquier contexto, se sobreentiende un número indeterminado de soluciones. “Trabajaba encadenando unas ideas con otras”, dice el poeta, “buscando lo que el pájaro agorero de los antiguos días, lo que este triste, desconsiderado, siniestro, enjuto y agorero de los días antiguos quería hacer que escucháramos al graznar su Nevermore (¡Nunca más!) Así continuaba yo, soñando, conjeturando… Intentando adivinar.”

Y dado el contexto del diálogo, el estribillo significa: «nunca más lo olvidarás, no te calmarás nunca más, no le besarás nunca más, no te dejaré nunca más».

De otro modo, la misma palabra puede tener la función de un nombre propio, nombre simbólico que el poeta atribuye al visitante nocturno.

Pero la semántica propiamente dicha de este término, su significado general y sus significados accidentales, contextuales, no agota todo su valor. Edgar A. Poe nos contó que es la facultad onomatopéyica encerrada entre los sonidos de la palabra Nevermore la que le sugirió la asociación al graznido del cuervo, y la que le inspiró todo el poema.

Bien, aunque el poeta no busque debilitar la unidad, la monotonía del estribillo, y lo introduzca siempre del mismo modo, (“El cuervo dice: ¡Nunca más!”), no hay duda de que varios medios fónicos como el tono y sus modulaciones, el acento, la intensidad, los matices de articulación de los sonidos y sus grupos, el ritmo, nos permiten modificar el valor emotivo de la palabra.

El estribillo de Edgar Poe sólo nos muestra un pequeño número de articulaciones o bien, pasando del aspecto motor de la palabra a su aspecto acústico, un pequeño número de movimientos vibratorios necesarios para percibir la palabra.

En resumen, basta un mínimo fónico, el misterio de la palabra, del símbolo lingüístico, del Logos, un misterio que pide ser dilucidado.

(…)

Fragmento extraído de “Six leçons sur le son et le sens”. Roman Jakobson . Les Éditions de Minuit, 1976