Día: 16 de mayo de 2018

Cannes, día 9: Garrone y Chang-dong

El director de Gomorra (2008), el italiano Matteo Garrone, transfigura un suceso brutal que sacudió Italia en los años ochenta en Dogman, presentada hoy en la sección oficial del Festival de Cine de Cannes. El filme se deriva de la cruel relación que entablan los dos protagonistas en un triste suburbio romano: un hombre que pierde su inocencia y un expresidiario sin ley. Por otro lado, ocho años después de Poetry, el surcoreano Lee Chang-dong regresa a Cannes con Burning, inspirado en una novela de Haruki Murakami. En el filme, un joven mensajero, se encuentra por casualidad con una amiga de infancia, quien le pide que cuide a su gato durante su viaje a África. La chica regresa con alguien a quien conoció durante su viaje y que un buen día revela su extraño e incandescente pasatiempo. Finalmente, en la recta final del Certamen comienzan a conocerse algunos de los principales premios. En la 57ª Semana de la Crítica triunfa la película Diamantino, de Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt, mientras que el actor francés Félix Maritaud recibe el Premio Revelación por Sauvage, de Camille Vidal-Naquet, por un jurado presidido por el noruego Joachim Trier. Así mismo, el premio del jurado de la Cinéfondation, presidido por Bertrand Bonello, premia a cuatro películas representantes de escuelas de cine encabezadas por El verano del león eléctrico, de Diego Céspedes (Universidad de Chile ICEI, Chile).

Comienza la 21 edición de DocsBarcelona

Comienza la 21 edición del Festival de Cine Documental DocsBarcelona con una ceremonia de inauguración que incluye el estreno mundial del documental Petitet, dirigido por Carles Bosch, sobre un ex músico e hijo de uno de los «palmeros» del mítico Peret, que padece una rara enfermedad crónica que provoca altos grados de debilidad muscular. Un total de 41 documentales de más de 30 nacionalidades participan en esta edición que se celebrará en el Centre de Cultura Contemporánea (CCCB) y los cines Aribau hasta el 27 de este mes.

Fallece el cineasta rumano Lucian Pintilie

El director de cine rumano Lucian Pintilie, que se exiló en Francia tras ser prohibido por el régimen comunista, fallece a los 84 años en el hospital Elias de Bucarest donde estaba internado. Cineasta comprometido políticamente, Pintilie obtuvo en 1998 el Premio Especial del jurado en la Mostra de Cine de Venecia por Terminus paradis, mientras que otras películas suyas, entre ellas Demasiado tarde (1996), fueron presentadas en competición en el Festival de Cine de Cannes. Su segunda película, La Reconstitución (1968), designada recientemente mejor cinta rumana de todos los tiempos por la Asociación Nacional de Críticos, le valió una primera prohibición por el régimen de Nicolae Ceausescu. En 1973 abandonó Rumanía y se instaló en Francia donde montó obras de teatro de Chéjov, Ionesco, Gorki, Ibsen, Pirandello y Strindberg. Volvió a su país natal tras la caída del comunismo, a finales de 1989.

La justicia europea contra Netflix

El tribunal de justicia de la Unión Europea falla en contra de Netflix que protestaba contra la ley alemana, que la obliga a reinvertir un 2,5% de los ingresos que genera su servicio en el país en financiar películas y series locales. Fue la propia compañía estadounidense la que acudió a la corte ubicada en Luxemburgo, argumentando que no podía defenderse apropiadamente en Alemania. Alemania pide la compañía de streaming que cumpla con su ley, que desde 2014 obliga a las nuevas plataformas online de contenidos audiovisuales a destinar un 2,5% de los ingresos que consiguen en su territorio para el German Federal Film Board (FFA). La plataforma alegaba que su sede está en Holanda para evitar invertir en películas y series locales alemanas.

Cannes 2018: «The house that Jack built», de Lars von Trier

Hace ya muchos años, Lars von Trier hizo una pequeña película titulada Las cinco condiciones, basada en otro film anterior de Jorgen Leth, titulada El humano perfecto.

Había una frase en el film de Leth que se repetía una y otra vez. Era algo así como: “Esta experiencia es algo que ustedes comprenderán más tarde”.

Una frase que puede aplicarse al último largometraje del genio danés. Es algo que el mundo comprenderá mucho más tarde, y cuyo valor no somos capaces de apreciar desde el presente en su totalidad, en esta mañana de mayo junto al mar.

El film es el terror absoluto, al que el director nos obliga a mirar de frente en unas secuencias insoportables donde se narran al detalle los brutales asesinatos de un hombre que padece un trastorno obsesivo compulsivo. Perfecta es la interpretación de Matt Dillon, con todo lo que el calificativo significa en este contexto.

Las imágenes pueden herir verdaderamente la sensibilidad del espectador.

El film se estructura en cinco incidentes y un epílogo-catabasis conducidos por un diálogo en off entre el protagonista y un hombre denominado Verge. Parece que caminan juntos. Aunque las preguntas están permitidas, las respuestas sólo serán una posibilidad. Sin embargo, la escucha está garantizada. Es un discurso antiguo: el de la crueldad humana. Los incidentes son el relato de algunos de los crímenes cometidos por Jack. Comenzando con una descripción exhaustiva del primer encuentro, poco a poco la narración va aligerándose y las muertes se convertirán en algo anecdótico, si tal mostración de sadismo y vísceras puede denominarse así.

El deseo último de Jack es construir una casa propia (de ahí el título del film). Una casa que será derribada una y otra vez hasta la obra final.

La transición entre los incidentes, perversamente puntuados por la música y las imágenes en blanco y negro de un Glenn Gould absorto al piano, son una reflexión sobre el papel moral del objeto artístico, y del hecho creador como manifestación de grandes megalomanías en pro de lo bello. La búsqueda de un material con voluntad propia subyace en buena parte de este discurso, en el que Hitler es el principal epígono. Verge llegará a afirmar que Jacklee el arte del mismo modo que el diablo lee la Biblia”.

Creo profundamente que Lars von Trier es el gran moralista de nuestro tiempo, una suerte de visionario como lo fueron otros grandes artistas, cineastas y pintores en esencia. ¿Deberíamos vetar hoy las Pinturas Negras de Goya?

Si la palabra, la fábula, los cuentos morales, no son suficientes para hacernos entender que el espacio interior, -del que por cierto también hablaba Bergman expresamente en el documental de Magnusson-, se ha de construir desde el bien, Lars von Trier, en absoluta contradicción con los discursos habituales, decide en La casa que construyó Jack azotar psíquicamente al espectador, insiste en trazar un camino a la inversa: es el asesino psicópata el que se siente como pez en el agua entre el horror del mundo, quien en sus instantes de lucidez, lo revela y describe ante el espectador impasible.

Señalar brevemente dos reflexiones especialmente emocionantes en el film: la primera nace de un castaño en el campo de concentración de Buchenwald. Este árbol fue testigo de los mayores horrores cometidos por el ser humano, pero también su sombra dio cobijo al pensamiento de uno de los grandes humanistas europeos, J.W.Goethe.

La segunda reflexión trata de la creación de iconos en nuestro imaginario; aquí se habla en concreto de los iconos de maldad y perversión que perviven en la memoria colectiva, sin ser muy conscientes de cuáles son las consecuencias de estos gestos . Valga como ejemplo el diseño del sonido de los bombarderos Stuke. Fue efectivamente un acto de guerra psicológico. También llamados “las trompetas de Jericó», helaban la sangre de los civiles. Nadie que los haya escuchado podría olvidarlos.

El sustrato del film sobre conceptos estrechamente ligados al cristianismo se enuncia expresamente. Bellísima la secuencia de la respiración de los espigadores donde se menciona la ausencia de castigo. Tampoco hay arrepentimiento, y por tanto, no habrá perdón.

El descenso a los infiernos y su sonido ensordecedor recuerda el final del Fausto de Sokurov, – también a alguna de las increíbles instalaciones de Bill Viola-. Es un final sin esperanza ninguna.

El puente que permitía salir del averno fue volado hace tanto tiempo que ni siquiera lo llegó a conocer el propio Verge.

El fuego eterno, la fascinación por esa luz oscura que se trasluce de los negativos fotográficos de Jack, terminará por devorarlo.

Ahora, Godard diría: À quoi ça sert, l’Amour? ( para qué sirve el Amor?)

Si este hubiera venido a Cannes, tendrían mucho de qué hablar.

Esmeralda Barriendos para zinema.com

Cannes 2018: «Searching for Ingmar Bergman», de Margarethe von Trotta

El segundo documental dedicado a Ingmar Bergman en esta edición del Festival de Cannes se proyectó ayer tarde con la presencia en la sala de su directora, la gran cineasta Margarethe von Trotta, el grandísimo director de fotografía y también cineasta Stig Björkman presentados por Thierry Frémaux.

Bergman, que recibió la Palma de Palmas honorífica en el año 1997 es uno de los cineastas fundamentales de la historia del cine. Su trabajo artístico fue para sí mismo una suerte de terapia frente a la soledad confesa, a los terrores que le asaltaban en plena noche, en la hora del lobo.

El film de von Trotta recoge algo de material de archivo pero en esencia ofrece el testimonio de la propia directora, -cuyo film Los años del plomo, si no recuerdo mal se hallaba el primero entre la lista de las diez películas favoritas de Bergman según una edición del festival de cine de Göteborg en 1994-. Los encuentros de von Trotta con familiares, amigos, amantes, actores y cineastas que conocieron al maestro van dibujando el perfil del Bergman “personaje“: de cómo su obra fue reivindicada por los cineastas de la Nouvelle Vague, de su admiración por Sjöstrom a quien rindió un hermoso tributo en Fresas Salvajes, de su pasión por La carreta fantasma, que veía al menos una vez todos los veranos en su casa de Färo, de cómo Rashomon le inspiró El manantial de la doncella

De especial interés son las aportaciones al film del crítico y cineasta francés Olivier Assayas, asi como de Jean-Claude Carrière.

El cine de Bergman en su origen está muy próximo a la idea de Dios aunque va evolucionando hacia el ser humano. Sus películas son una cuestión continua sobre la condición humana. Es el cine de la modernidad en el que principalmente los personajes son femeninos: Liv Ullman, Harriet Anderson, Ingrid Thulin, dieron vida a estas mujeres luminosas y libres que seguramente existían en la sociedad sueca pero sólo la sensibilidad de Bergman se atrevió a mostrar. Toda una novedad en aquellos días.

Siguiendo una cita de Büchner mencionada en el film, cada hombre es un abismo, da vértigo si se mira en su interior.

Von Trotta ha esbozado un delicado retrato de ese hombre frágil que nunca quiso abandonar el cuarto de su infancia.

Esmeralda Barriendos para zinema.com

Cannes 2018: «Mirai, mi hermana pequeña», de Mamoru Hosoda.

Mirai es una delicada película de animación, que ha emocionado a los asistentes esta mañana, en el teatro de la Croissette.

Kun es un niño feliz hasta la llegada de Mirai, su hermana pequeña. Celoso del bebé que monopoliza la atención de sus padres, se encierra poco a poco en si mismo.

En el jardín donde se refugia a menudo, encuentra un árbol genealógico mágico.

De repente, Kun se encontrará en un mundo fantástico en el que se mezclan pasado y futuro. En el encontrará a sus parientes en las diferentes edades de la vida: su madre de niña, su bisabuelo en su trepidante juventud y su hermanita adolescente.

Kun descubrirá su propia historia a través de estas aventuras.

Mamoru Hosoda recoge el legado de Miyazaki y Takahata para regalarnos una pelicula entrañable en la que la fantasía se inscribe en la realidad como no puede ser de otro modo, fiel reflejo del universo de la infancia.

Esmeralda Barriendos