Cannes 2018: «Searching for Ingmar Bergman», de Margarethe von Trotta

El segundo documental dedicado a Ingmar Bergman en esta edición del Festival de Cannes se proyectó ayer tarde con la presencia en la sala de su directora, la gran cineasta Margarethe von Trotta, el grandísimo director de fotografía y también cineasta Stig Björkman presentados por Thierry Frémaux.

Bergman, que recibió la Palma de Palmas honorífica en el año 1997 es uno de los cineastas fundamentales de la historia del cine. Su trabajo artístico fue para sí mismo una suerte de terapia frente a la soledad confesa, a los terrores que le asaltaban en plena noche, en la hora del lobo.

El film de von Trotta recoge algo de material de archivo pero en esencia ofrece el testimonio de la propia directora, -cuyo film Los años del plomo, si no recuerdo mal se hallaba el primero entre la lista de las diez películas favoritas de Bergman según una edición del festival de cine de Göteborg en 1994-. Los encuentros de von Trotta con familiares, amigos, amantes, actores y cineastas que conocieron al maestro van dibujando el perfil del Bergman “personaje“: de cómo su obra fue reivindicada por los cineastas de la Nouvelle Vague, de su admiración por Sjöstrom a quien rindió un hermoso tributo en Fresas Salvajes, de su pasión por La carreta fantasma, que veía al menos una vez todos los veranos en su casa de Färo, de cómo Rashomon le inspiró El manantial de la doncella

De especial interés son las aportaciones al film del crítico y cineasta francés Olivier Assayas, asi como de Jean-Claude Carrière.

El cine de Bergman en su origen está muy próximo a la idea de Dios aunque va evolucionando hacia el ser humano. Sus películas son una cuestión continua sobre la condición humana. Es el cine de la modernidad en el que principalmente los personajes son femeninos: Liv Ullman, Harriet Anderson, Ingrid Thulin, dieron vida a estas mujeres luminosas y libres que seguramente existían en la sociedad sueca pero sólo la sensibilidad de Bergman se atrevió a mostrar. Toda una novedad en aquellos días.

Siguiendo una cita de Büchner mencionada en el film, cada hombre es un abismo, da vértigo si se mira en su interior.

Von Trotta ha esbozado un delicado retrato de ese hombre frágil que nunca quiso abandonar el cuarto de su infancia.

Esmeralda Barriendos para zinema.com