Cannes 2019, por Esmeralda Barriendos

QUINCENA DE LOS REALIZADORES

Tlamess, de Ala Eddine Slim

Tlamess (cuyo título significa “Hechizo”) es la segunda película del realizador tunecino Ala Eddine Slim que ganó el León del Futuro en el Festival de Cine de Venecia del año 2016 con su ópera prima “The Last of Us”(“El último de los nuestros”).

En «Tlamess», el argumento cuenta la historia de un joven soldado destinado en el desierto de Túnez que tras la muerte de su madre pide una semana de permiso, pero que finalmente acaba convirtiéndose en un desertor.

Años más tarde, una joven casada con un empresario de éxito espera su primer hijo.

Un día casualmente, el antiguo soldado y la joven se encontrarán.

A. Eddine Slim sostiene algunas certidumbres autorales comunes en sus dos películas. Los protagonistas de ambos films saldrán del camino marcado por un discurso narrativo más previsible, – el que les depara tanto su yo como sus circunstancias- para ingresar en una forma de vida inesperada al margen de la sociedad.

De nuevo sin diálogos, el vínculo entre seres humanos que en la primera película de este director se llevaba a cabo mediante el contacto visual filmado de una forma convencional, llama la atención en “Tlamess”por su radicalidad.

El cineasta da paso aquí a unos primerísimos primeros planos de los ojos de los protagonistas bajo los cuales los diálogos se expresan en forma de subtítulos.

La apuesta por la excepcionalidad de la mirada, y su función comunicadora se ejerce fuera de los márgenes del grupo: hombre-mujer, individuos plenos en su determinación, en su soledad, en su verdad. Ala Eddine Slim irá mucho más lejos hasta una suerte de relato de ciencia-ficción arriesgadísimo en el que la metáfora que suponen los gestos de los protagonistas,  epítomes de una “vita nuova”,  puede quedar eclipsada por la fuerza de unas imágenes sin ambages.

Mencionar lo extraordinario del trabajo que el colectivo “Oiseaux-Tempête” ha realizado con la banda sonora de esta sorprendente película.

Inquietud poética, comienzo y fin de los tiempos, rebeldía y revelación, Ala Eddine Slim es, sin lugar a dudas, un cineasta cuya obra no hay que perder de vista en un futuro próximo.

 

SEMANA DE LA CRÍTICA

Gran Premio Nespresso

J’ai perdu mon corps, de Jérémy Clapin

El Gran Premio de la Semana de la Crítica fue para la preciosa película de animación «J’ai perdu mon corps» («He perdido mi cuerpo») del director francés Jérémy Clapin.

En París, Naoufel se enamora de Gabriel. En otra parte de la ciudad, una mano se escapa de un laboratorio, decidida a encontrar a su cuerpo. Así comienza una aventura vertiginosa por la ciudad, llena de obstáculos y de recuerdos de una vida anterior hasta el terrible accidente. Los tres encontrarán el hilo de su historia de un modo poético e inesperado.

Según cuenta su productor, Marc du Pontavice, la película nació de la lectura de la novela de Guillame Laurant titulada “Happy Hand”. Hubo dos aspectos en concreto que le fascinaron. En primer lugar, la idea de que una mano pudiera tener el papel protagonista de una película, dándole un alma, generando empatía en el espectador.

Más allá del desafío formal y artístico, en segundo lugar, la inversión del punto de vista era algo muy potente. Es la mano la que llora por el cuerpo y no a la inversa. Es algo distinto lo que se cuenta. Esta mano lleva consigo la noción de memoria y en concreto, la memoria de la infancia; cómo juega malas pasadas, cómo llama a la puerta del inconsciente, cómo puede ser destructora, creadora. Me parecía fascinante contar la dificultad de lidiar con la memoria propia, para liberarse y llegar a ser adulto.

La película, cuenta Jérémy Clapin, toma una trayectoria emocional que el espectador no espera, dado que imagina un truco fantástico, un poco friki y de repente nos encontramos con algo muy íntimo. Lo novedoso del film es esta capacidad de la animación para tratar un asunto verdaderamente adulto, para hurgar en lo más íntimo comenzando con un relato fantástico. El verdadero desafío fue conseguir un diálogo entre las dos dimensiones.

“He perdido mi cuerpo” es un nuevo punto de inflexión en el cine de animación para adultos, un medio que se halla sometido in extremis al formato americano y que poco a poco,  los límites de este género que no es tal se irán ampliando. En opinión de ambos, es tan solo una técnica.

QUINCENA DE LOS REALIZADORES

The Halt, de Lav Díaz

Año 2034

Hace 3 años que el sudeste asiático está a oscuras literalmente. El sol ha desaparecido a causa de las erupciones volcánicas masivas en el mar de Célebes. Unos locos dirigen el país, las comunidades, las ciudades. El continente ha sido asolado por epidemias y cataclismos. Millones de muertos, millones que han partido.

Estaba paseando a la orilla del mar, en una de las ciudades donde estuve el año pasado, -en un festival de cine que odia a Hollywwod-, y me encontré con un grupo de personas del lugar que escuchaba atento y afectuosamente a un anciano, su “Sócrates” particular.

Con mi cámara grabé una parte del monólogo, así como el sonido de las olas y el viento, los lamentos de las gaviotas. El resultado fue un sentimiento de emoción y de urgencia, una suerte de canto fúnebre.

«Los dictadores, los fascistas, los déspotas, los líderes locos, todos tienen una disposición genética que les permite contar al mundo que su pene es el más grande. O bien se vanaglorian de agredir y violar a mujeres. O son la basura de la peor especie, y posen miles de millones en cuentas secretas de bancos suizos, en Singapur o Bahamas. Inventan historias de amor exquisitas y románticas. Afirman oir la voz de Dios y de otras criaturas místicas cuando estalla el trueno que les habría designado como elegidos.

Todas estas fantasmadas incesantes llegan hasta el otro extremo del agujero negro, porque el universo es demasiado pequeño para los megalomaníacos.

La humanidad, propensa a la ignorancia y por tanto a la fabricación de mitos,  crea este tipo de psicópatas, de mitómanos. La complicidad, la apatía general, también participan en ello. Hay numerosas razones que empujan a las personas  a comportarse de este modo. Los psiquiatras y los psicólogos concluyen diciendo que todos somos culpables, en mayor o menor medida, en función de nuestros intereses.

¿Quiénes son los que se ocultan tras los muros de sus palacios  y propiedades,  de fortalezas y retiros al sol?.  ¿ Por qué la única fuerza que puede derribarles es la multitud, la muchedumbre en masa?”.

A continuación, la gente se dispersó. El, muy calmado, sentado sobre una roca, miraba el océano.

Intenté establecer contacto con el anciano diciéndole buenos días. El me respondió preguntando no quién sino “¿qué es usted?”

– Soy cineasta, – le dije.

Su siguiente pregunta fue: – ¿qué puede hacer el cine?.

Me quedé de piedra.

Fuimos a beber unas cervezas y a lamentarnos del estado del mundo. El era optimista. Le hablé de la película que estaba a punto de rodar, una mezcla de ciencia-ficción y terror, a propósito de la muerte de un dictador, de la muerte de la moral, de la muerte de la verdad.

Sus últimas palabras antes de que lo devorara la oscuridad: “No confíes nunca en lo que conoces”.

Lav Diaz

Traducción del dossier de prensa

QUINCENA DE LOS REALIZADORES

Zombi child, de Bertrand Bonello

Haití 1962. Un hombre regresa de entre los muertos para ser enviado como esclavo a la fuerza a las plantaciones de caña de azúcar. 55 años más tarde, en el prestigioso internado de la Legión de Honor en París, una adolescente haitiana confiesa a sus nuevas amigas el secreto que guarda su familia. No imagina que el relato de esos misterios va a obsesionar a una de las niñas, – que ha sufrido un desengaño amoroso-, y le llevará a cometer lo irreparable.

Bertrand Bonello realiza una película tan extraordinaria como extraña, donde la creencia vudú se transporta de un modo natural desde el pasado de un lugar remoto de Haití hasta el París de nuestro días. Volviendo a los preceptos de la Nouvelle Vague, Bonello cita la respuesta de Godard a los productores cuando le preguntaban cuánto dinero necesitaba para realizar un film:» Dígame cuánto me da y le diré qué película quiero hacer» . El director ha realizado una película de menor presupuesto que las anteriores, pero en esa ligereza halla su virtud, y combina sin fisuras la historia del zombi Clairvius Narcisse y la de su nieta Melissa en el internado parisino.

Clairvius Narcisse murió en 1962, pero regresó al mundo de los vivos más tarde. Es uno de los raros  casos documentados de los que el director escuchó hablar 15 años atrás. Entre sus influencias se halla el libro «La isla mágica: misterios del vudú» de William Seabrook. Bonello considera que el vínculo existente entre la esclavitud y el significado político de «zombi» se pierde con el film de 1932 de Víctor Halperin titulado» White zombie», – que acusa también un cambio ortográfico y que se tradujo como «La Legión de los muertos sin alma» -, con Bela Lugosi en el papel protagonista.

Las películas de George A. Romero han estado presentes a la hora de llevar a cabo este trabajo, pero reconoce que no han sido fuente directa de inspiración. Sin embargo, descubrir el poema «Capitán Zombi» del poeta haitiano René Depestre, supuso un acierto para la película. En estos versos se increpa al mundo blanco desde el inframundo zombi habitado por el dolor infinito de los esclavos negros.

Entre continuos discontinuos, «Zombi Child» es un film donde las rimas pasado (Haití) – presente (París) ofrecen una riqueza de miradas e interpretaciones; la aproximación de las partes, – según un principio heredado de Bresson-, abre dimensiones y perspectivas más ambiciosas, menos modestas, más allá del punto de partida de esta interesante película.

 

QUINCENA DE LOS REALIZADORES

The Lighthouse, de Robert Eggers

El guionista y realizador Robert Eggers presentó en Cannes un segundo largometraje después del éxito de “The Witch” (La Bruja), su primer trabajo. Aquí se encuentra con los paisajes de su infancia y cambia la vida rural del XVII por el universo marítimo del siglo XIX en Nueva Inglaterra.

Se trata de “The Lighthouse” (El Faro), película interpretada por Willem Dafoe y Robert Pattinson. Dos fareros que llegan a un lugar aislado de Maine para mantener el faro y sus instalaciones, se hallan recluidos en una isla perdida en la que merodean fuerzas misteriosas, – reales e imaginarias-, aislados del mundo a causa de una tormenta que parece interminable y entregados a una batalla en la que la tensión se aproxima al paroxismo.

Dice el realizador sentirse inspirado por grandes clásicos de la literatura de navegación, como Herman Melville y Robert Louis Stevenson, así como los relatos sobrenaturales de H.P. Lovecraft y Algernon Blackwood.
En “The Witch”, Eggers abordaba el arquetipo de la bruja; en “The Lighthouse” examina las pulsiones inquietantes de dos personajes amargados inmersos en un complejo juego de relaciones de poder.

“Cuando dos hombres se quedan solos en un falo gigante, esto no puede traer nada bueno” señala Eggers.

En Cannes, las colas para ver esta película fueron interminables. A todas luces, en el seno de una sección como la Quincena de los realizadores, se trata de una obra menor, de corte infantil y ritmo caricaturesco, con una banda de sonido similar a la de los primeros cartoons, donde cada golpe resuena interminable.

Esa intención de hacer un gran relato de terror inspirado en los clásicos es una utopía. Exagerada y grosera, -zafia-, el gran público la disfrutará igualmente en una olvidable sesión de domingo tarde y palomitas.

SEMANA DE LA CRÍTICA

Premio Fundación GAN a la difusión: Vivarium, de Lorcan Finnegan

Una pareja joven que busca comprar su primera vivienda decide visitar una urbanización en compañía de un misterioso agente inmobiliario que les hará caer en la trampa de este lugar extraño.

En su segundo largometraje, Lorcan Finnegan ha decidido continuar con su trabajo de cortometrajista.

“Hice un cortometraje sobrenatural cuyo título era Foxes (Zorros) con Garret Shanley, el mismo guionista de Vivarium. Esta película exploraba el fenómeno de las urbanizaciones fantasmas en Irlanda. Muchas parejas jóvenes se encontraban abandonadas en estos complejos residenciales vacíos, a menudo inacabados e invadidos por la naturaleza, por todas partes.

Al trabajar en este cortometraje liberamos algunos temas en los que queríamos profundizar: la atomización de la sociedad y la naturaleza en apariencia inevitable del contrato social”.

Vivarium es una película de ciencia-ficción que comienza con un relato naturalista en el que dos personajes ingenuos se sumergen en un laberinto aterrador que transformará sus vidas. Entre las influencias reconocidas por el propio director se halla principalmente la pintura de Magritte (el famoso cuadro “El imperio de la luz”) y un documental de David Attenborough sobre el cuco, un ave que pone sus huevos en los nidos de otros pájaros.

Finnegan confiesa también su admiración por la instalación de Olafur Eliasson denominada “The Weather Project”, y las fotografías de Andreas Gursky y Gregory Crewdson.

Este director irlandés comenzó estudios de diseño que abandonó para entrar en el mundo del cine. Vivarium es una película muy plástica, en la que la crítica de las aspiraciones materialistas de la sociedad contemporánea se conjuga con humor negro.

Algunos dicen que recuerda a los mejores episodios de Black Mirror, pero más que a esta serie de anticipación, Lorcan Finnegan prefiere referirse a su equivalente en el siglo XX:  “Mi película es retorcida, extraña, surrealista y oscura. Tiene un tono próximo a la serie “The twilight zone»  (Dimensión desconocida)y a las películas de ciencia ficción de los años 70”.

Le auguramos un gran éxito de público.

(extraído de la entrevista realizada al director por B.Deruisseau)

 

Premio L’oeil d’or al mejor documental: La Cordillera de los sueños, de Patricio Guzmán

“La Cordillera está en todas partes pero para los chilenos es una tierra desconocida. Después de viajar al norte para filmar “Nostalgia de la luz” y en el sur “Botón de Nácar”, quise filmar de cerca esta inmensa columna vertebral para desvelar los misterios reveladores de la historia pasada y reciente de Chile”.

Así habla Patricio Guzmán de su última película, “La Cordillera de los sueños”, que se proyectó fuera de concurso en el Festival de Cannes. Se trata de la última entrega que conforma una trilogía comenzada hace ya diez años. “El asunto sigue siendo el ser humano, el cosmos y la naturaleza. Pero en la cordillera se halla la metáfora de lo inmutable, de lo que nos queda y nos habita cuando creemos haberlo perdido todo.”

El cineasta se sumerge en sus recuerdos, comenzando por la casa de su infancia, hasta llegar a la historia contemporánea de Chile. La película se articula a través de esa idea de la Cordillera en la memoria del director que continua en la voz de dos de sus protagonistas, Francisco Gazitúa y Vicente Gajardo, escultores que utilizan la piedra de las montañas en su trabajo.

Ese viaje hacia la idea de la Cordillera en el imaginario de los habitantes de Chile se transforma de un modo sutil e inteligente en un viaje hasta la historia actual del país, donde cobra especial importancia la labor del cineasta Pablo Salas que ha dedicado su vida a filmar la calle y las manifestaciones del pueblo a lo largo del tiempo.

De especial interés son las reflexiones del escritor Jorge Baradit, que en sus intervenciones revela como la historia del Chile de hoy es la del neoliberalismo planetario que lo todo lo engulle, -dentro y fuera de Chile-,y que un día se llamó globalización. Voraz como una plaga, no sólo está terminando con los derechos de los trabajadores sino con los recursos naturales del planeta.

Toda la trilogía de Patricio Guzmán es una obra maestra, y su discurso posee el brillo estertóreo de un mundo que pudo ser otro, tan hermoso, libre, justo.

 

UNA CIERTA MIRADA

Beanpole, de Kantemir Balagov

Leningrado, 1945. La Segunda Guerra mundial ha devastado la ciudad, demoliendo los edificios y dejando a los ciudadanos destrozados tanto física como mentalmente.

Aunque el asedio, -uno de los peores de la historia-, ha terminado, la vida y la muerte continuan su batalla entre las ruinas.

Dos mujeres jóvenes, Iya y Masha, buscan dar de nuevo sentido a sus vidas en una dura lucha por reconstruirlas en mitad del desastre.

Beanpole (Larguirucha, quizás, pudiera ser el título) es la segunda gran película de ficción del Kantemir Balakov, un jovencineasta ruso que en sus declaraciones afirma estar muy interesado en la suerte, en el destino de las mujeres, heridas psicológicamente por la guerra y que intentan aprender a vivir de nuevo.

La película, desoladora, está inspirada en la novela “La guerra no tiene rostro de mujer”, de la Premio Nobel Svetlana Alexievich. El trasunto de la maternidad será el vínculo que una a Iya y Masha en la necesidad de regresar a un estado anterior. La angustia, el sufrimiento  íntimo como metal pesado, reflejo de un estado mental patológico que tiene su origen en las atrocidades que sufren las mujeres en las guerras, se halla en cada recodo del film, que apenas cuenta con algún plano general.

Con una paleta de color conmovedora y una puesta en escena extraordinaria, que en mi opinión recuerda a algunas obras de grandes maestros, -al Bergman de Gritos y Susurros, al Fassbinder de Berlin Alexanderplatz, incluso a algunas obras del primer Sokurov, productor de su película anterior Tesnota (“Demasiado Cerca”)-, Beanpole no pretende realizar una película histórica, sino que retrata la aflicción íntima de un cotidiano de transición hacia la normalización de la vida. Como el barro que atrapa al caminante en una zona pantanosa, donde el paso permite avanzar muy lentamente y en ocasiones retrocede de súbito, la inolvidable historia de estas mujeres ha sido una de las narraciones más hermosas y dolorosas del Festival de Cannes 2019.

SECCIÓN OFICIAL

Parasite, de Bong Joon Ho

Toda la familia de Ki-taek está en el paro y está muy interesada en el tren de vida de la riquísima familia Park. Un día, su hijo logra ser recomendado para dar clases particulares de inglés en casa de los Park. Es el comienzo de un engranaje incontrolable del que nadie saldrá indemne.

“Parásito” no sólo es la nueva película de Bong Joon Ho, sino el comienzo de una nueva etapa en la carrera del cineasta coreano. Esta mezcla de humor negro, sátira social y suspense es típica del estilo de Bong Joon Ho, y sin embargo, es difícil encontrar otra película de su filmografía que se parezca a esta.

En una época donde la concentración de los recursos en manos de los poderosos y el incremento de la desigualdad social parece no tener freno, un número cada vez mayor de personas se sienten más y  más deseperadas, por lo que la tentación de reprobar al otro y buscar soluciones fáciles y unilaterales es grande.

La propuesta de Parásito es una alegoría compleja y sincera de los desafíos a los que hemos de hacer frente en un mundo donde la coexistencia de las clases sociales es una idea difícil de alcanzar.

NOTA DEL DIRECTOR

Para personas que proceden de medios diferentes, cohabitar no es algo fácil. Y esto es evidente en un mundo donde las relaciones humanas basadas en las nociones de coexistencia y de simbiosis se desmoronan, y donde cada clase social se convierte en un parásito para el resto.
En medio de un mundo así, ¿quién podría señalar con el dedo a una familia que lucha por su supervivencia
poniéndole el mote de parásitos?

Cuando comienza el film no son parásitos. Son nuestros vecinos, amigos, colegas, que han sido empujados por un precipicio.

Representan a personas normales que se encuentran en medio de una situación compleja, intrincada. Así, la película es una comedia sin payasos, una tragedia sin malos. Las circunstancias les conducirán a una violencia cada vez mayor y a una caída precipitada por las escaleras.

Quedan todos invitados a esta comedia implacable y cruel.

(Traducción del dossier de prensa de Esmeralda Barriendos)

PROYECCIONES ESPECIALES

Ice on fire (Hielo ardiendo), de Leila Connors

Tras presentar en Cannes en el año  2007 su primer documental titulado «La hora 11» la directora y activista Leila Conners muestra ahora «Hielo ardiendo».

Valorar el gesto cinematográfico de un documental de divulgación científica sobre el cambio climático es posible, pero es inmoral hacer una apreciación de la forma sobrevolando el contenido. Corre el riesgo de ser devorado por las ficciones, ya sean estas del orden de lo cinematográfico, o de lo televisivo.

Este es el mayor peligro que puede sufrir un trabajo como éste: pensar que ese relato apocalíptico no tiene que ver con nuestro día a día. Que apaguemos el televisor creyendo que no está en nuestra mano, que otros lo harán en nuestro nombre.

¿Cómo apelar al sentimiento de comunidad, de compromiso, en nuestro tiempo?

Cientificos de todo el mundo relatan a cámara los resultados de sus investigaciones a lo largo de décadas, mostrando imágenes del desastre aquí mismo, imágenes dolorosas de un planeta en ruinas.

Ya no son sólo las emisiones de CO2, el desconocimiento del origen de las grandes cantidades de metano en la atmósfera se asemeja a una explosión sin igual en la escala geológica.

A pesar de todo, el documental insiste en ese compromiso que aún es posible con mucho esfuerzo. Frente a la metáfora de un planeta que será  destruido «como se queman los muebles en una casa con las ventanas cerradas», la conciencia de la necesidad de volver a niveles de CO2 en la atmósfera de la era preindustrial, mediante el empleo de energías limpias, fotosíntesis (natural o biónica), decrecimiento económico, agricultura ecológica y tantos otros proyectos es algo absolutamente necesario. De nuevo, gracias a Leonardo di Caprio, comprometido desde hace décadas con la salud del planeta, con la vida.

De visión obligada, confesar públicamente que hace ya algunos años vi con mis propios ojos  cómo se derretía la lengua de uno de los glaciares del Prince William Sound en el golfo de Alaska. Una bebé foca flotaba sobre un bloque de hielo.

Algunos enlaces:

El reloj de las emisiones de carbono

www.bloomberg.com/graphics/carbon-clock

Fundación del bosque Redwood

www.rffi.org

Proyecto Drawdown

www.drawdown.org

QUINCENA DE LOS REALIZADORES

Lillian, de Andreas Horvarth

Película basada en un suceso real, producida por el cineasta austríaco Ulrich Seidl, Lillian es el nombre de una joven emigrante rusa a la que las cosas le han ido muy mal en Nueva York, y tras un último intento de permanecer en la ciudad a cualquier precio, toma la decisión de volver a pie a su país de origen cruzando los Estados Unidos de América hasta llegar a Alaska, y  finalmente atravesar el mar de Bering.

Andreas Horvarth, que compite por la Cámara de Oro (el premio que se otorga a la mejor primera película), realiza un film impecable, una road-movie excepcional siguiendo a esta joven en su periplo de vuelta a casa. Sin apenas diálogos y con un rechazo absoluto a cualquier encuentro amable, el paso de un ser humano al que se le ha negado cualquier oportunidad en el territorio que abandona, es un hecho insignificante. La indiferencia, la ausencia de trato con los habitantes de los lugares que transita es la esencia del film. Lillian funciona como un lobo estepario, no solo en los espacios naturales sino también frente a la civilización. El modo en el que Horvarth filma a Lillian, invisible allí donde esté, haciendo uso de su astucia como recurso de supervivencia, es muy emocionante. Como lo es el final, hasta cierto punto inesperado. Lillian no alcanzará su destino, la fábula devorará su relato y el cine preservará la memoria de la joven cuyo nombre da título a la película.

No se la pierdan

 

UNA CIERTA MIRADA

O que arde, de Oliver Laxe

Entrevista a Oliver Laxe.

EL FUEGO

Galicia es una de las regiones europeas más afectadas por los incendios. Los rayos son la causa de muchos de ellos, también hay negligencias varias que los desencadenan pero en la mayoría de los casos son provocados intencionadamente: el fuego que escapa de los campesinos cuando lo usan para regenerar la tierra, el que se utiliza como arma de protesta política, el que recalifica la naturaleza del terreno, el que dispara los precios de la madera, el que año tras año proporciona beneficios astronómicos a los políticos…Hay múltiples razones y todo el mundo tiene una parte de responsabilidad.

La cuestión del fuego se ha convertido en un asunto central. La opinión pública busca culpables, quiere sangre. Y por supuesto, la figura del incendiario es una de las más demonizadas hoy. Siempre me he preguntado por qué la sociedad margina al individuo.

He hecho una película sobre un hombre del que se sabe que ha sido condenado por haber provocado un incendio ya en la segunda secuencia. ¿Fue culpable de ello? ¿Se reconcilió con el mundo, con la naturaleza? ¿Es alguien reincidente? ¿Y si en realidad fuera inocente?

Uno puede hacerse todas estas preguntas a lo largo de la película. Pero al compartir el día a día de Amador, de Benedicta (su madre) y sus animales, haciendo frente a los rigores del clima cuando conducen sus vacas por montes y valles buscando pasto, escuchando el crepitar de la estufa mientras la lluvia cae sobre el tejado, compartimos su intimidad. Incluso llegamos a amar a Amador.

Cuando surge la empatía, cesan las preguntas. Sentimos la inadaptaptación de Amador, su sufrimiento contenido, la cicatriz espiritual. «Si hacen sufrir, es porque sufren», dirá Benedicta.

GALICIA

Nací en Francia pero mis padres son gallegos. El primer recuerdo que conservo de Los Ancares es de cuando tenía cuatro años. Como la mayor parte de los emigrantes españoles, volvíamos a España cada verano. Mi abuelo nos esperaba con su borrico para llevarnos con las maletas hasta su casa situada al final de un sendero de cabras. Entrabamos en otro mundo, en el corazón de la montaña. Allí la gente vivía dígnamente en comunión con la naturaleza , en una humilde y dulce aceptación de su ley que les recordaba su existencia efímera. Estas actitudes vitales me marcaron para siempre.

Viví en Galicia desde los seis hasta los dieciocho años. Después entre Barcelona y Londres, y a continuación en Marruecos durante diez años. Pero Galicia siempre fue mi casa, mi pilar. Filmamos en el pueblo de mis abuelos con los habitantes a los que conozco desde la infancia. Esta comarca en los confines de Europa es una tierra ambivalente, llena de contrastes: dulce y áspera, lluviosa y luminosa. Y sobretodo, misteriosa. Quise captar su belleza extrema, una belleza intensa e imprevisible, sin medida.

AMADOR

En todas mis películas, el encuentro con personas reales aviva en mí el deseo de filmarlos, de que encarnen a mis personajes.

Shakib en “Todos sois capitanes” y en “Mimosas”. Y ahora, Amador en “O que arde”.

Hay una verdad conmovedora en la mirada melancólica y en los hombros caídos de Amador. Es bello y a un tiempo sentimos que sufre, a flor de piel. El mundo actual no está preparado para comprender su fragilidad. Amador, que interpreta a Amador, fue guardia forestal.  Hoy se ocupa de los animales enfermos del bosque. En español significa  “el que ama”. Conservé su verdadero nombre para mi personaje, un lobo solitario de las montañas. Amador es el que ama y sin embargo, muchos lo consideran el que destruye, a excepción de los que no lo juzgan: su madre y los animales.

Amador es una figura de expiación, un inocente (como Shakib en Mimosas), un inadaptado. La sinrazón del mundo, el sufrimiento que ocasiona el maltrato encuentra en este hombre un chivo expiatorio.

BENEDICTA

Al igual que con Amador, quise conservar su verdadero nombre, que en español significa “la que está bendecida”. De algún modo ella también ha sido una bendición para nuestra película. Esta mujer tiene 83 años. Cuando Amador sale de prisión , va directamente a casa de su madre. Ella levanta la vista y le pregunta: ¿tienes hambre?, como si no viniera de prisión, como si hubiera estado en casa la víspera, sentado en silencio junto a la cocina de leña.

Benedicta quiere a Amador con un amor insondable. Sea culpable o no, es su hijo y esto es lo único que cuenta. Es un poco como Galicia, una “matria” en lugar de una patria.

Para Benedicta y Amador, se trataba de su primera experiencia como actores de cine. Siempre es difícil la combinación entre la persona y el personaje. Si el Amador del film es casi el Amador de la vida real, la Benedicta de la película es muy diferente de la Benedicta de la vida. Era demasiado enérgica para el papel. Temía que su temperamento me llevara a una conclusión apresurada y reduccionista: Benedicta no hubiera sido más que una madre castradora y Amador un niño roto.

Pero curiosamente, después de refrenar el desbordamiento de energía de Benedicta, nos aproximamos a su esencia más profunda. Es la primera vez que alcanzo la esencia de una persona dando un rodeo.

MELODRAMA EN SECO

Con “O que arde” he querido realizar un melodrama en seco, de lágrimas contenidas. En términos de escritura, quise desplegar una psicología contenida: la aspereza emocional de los personajes concuerda con la austeridad de los decorados. Son emociones contenidas que estallan con el fuego.

LOS ÁRBOLES

El eucalipto en un árbol invasivo, algunos gallegos lo consideran algo pernicioso y dañino. Seca el terreno y crece en detrimento de las plantas autóctonas. La película se abre con una escena en la que máquinas enormes destruyen sin piedad los eucaliptos, uno tras otro, como si se tratara de cortar el césped.

Pero de repente se detienen ante un eucalipto centenario, inmenso, sin duda paralizados por su nobleza, entre respeto y temor.

La naturaleza devolverá su mirada a los hombres. Los devuelve a su propia insignificancia, los interroga. “O que arde” muestra los últimos vestigios de un mundo rural en vías de desaparición.

Esta secuencia de apertura del eucalipto, y la del final del incendio son dos movimientos sinfónicos que encarnan una naturaleza agónica.

LOS ANIMALES

La mirada tierna y profunda de los animales nos escruta, cuestionan nuestra humanidad. Son el medium entre lo sagrado y lo profano, entre la realidad y la ficción.

La mirada del perro, de las vacas, las cabras, el caballo quemado nos invitan a cambiar la nuestra.

LA FATALIDAD

Me gusta mucho la imagen del violín y del estuche que lo contiene por lo que dice del margen de maniobra del ser humano. Esta latitud es ínfima, no mucho más que el espacio entre el instrumento y su funda.

De este modo, Amador apenas tiene elección entre someterse a un determinismo o a un propósito que le supera.

El ser humano es pequeño, sometido en exceso a una naturaleza inmensa, imprevisible, ingobernable.

Pero en esta película lo humano no se confronta a la naturaleza, ni la desafía, sino que se funde con ella. Acepta su papel del mismo modo que Amador, Benedicta y sus animales aceptan los suyos.

Son libres y  soberanos en la sumisión a la naturaleza. “O que arde” (Lo que arde) en francés ha sido traducido como “Vendrá el fuego”. Este título tiene algo de profético, señala la fatalidad, una intuición crepuscular.

UN RODAJE AL RITMO DE LAS ESTACIONES.

Para filmar el fuego, hay que filmar con fuego. Seguimos un entrenamiento físico y teórico como los bomberos. Filmamos en un primer verano con un équipo técnico restringido, sin actores, para ensayar y comprender lo que la película nos exigía.

No sabíamos si la película iba a revelarse con el calor, si los objetivos se fundirían (filmamos en Super 16) ni si los bomberos nos permitirían acompañarles.

Durante 15 días estuvimos atentos: escuchábamos la radio constantemente. A la menor alerta de fuego, seguimos a las brigadas y filmamos.

Poco a poco nos ganamos su confianza y su respeto. Después llegó el invierno. Filmamos las duras condiciones de vida que abren el film.

Los gestos son lentos, entumecidos por el frío. Las miradas, desde lo alto, extrañas. Amador regresa y pasea su angustia bajo los cielos húmedos de Galicia.

El invierno en Galicia es el invierno de Amador. Llega la primavera y vemos que los animales salen al aire libre, los cuerpos se aligeran. Pasamos de la contración a la dilatación.

El tiempo ha pasado, las estaciones se han ido una tras otra, y podríamos creer con Amador que la redención es posible, que el consuelo está próximo.

El verano siguiente ya estábamos preparados para repetir la experiencia con los actores, dos jóvenes bomberos que hacen su bautismo de fuego. Los vecinos que intentan proteger sus casas hacen frente a las llamas esperadas. El verano de 2018 fue uno de los más lluviosos de la historia de Galicia, apenas hubo incendios. La naturaleza impone sus reglas de nuevo, pone a prueba nuestra capacidad de aceptación, nuestro respeto y sumisión.

Cuando las dos semanas de rodaje llegaron a su fin, el fuego apareció de repente. Fue algo perturbador, una llamada al temible fuego. El deseo de algo que Galicia no puede evitar. Pero en absoluto fue el deseo del fuego, también habría sido necesario que el fuego quisiera algo de nosotros.

Del dossier de prensa. Traducción de Esmeralda Barriendos

CANNES CLASSICS

El ladrón de caballos, de Tian Zhuangzhuang

Tibet 1923. Norbu roba caballos para mantener a su familia. Tras cometer un nuevo robo, todos los miembros de la misma son expulsados de la tribu y viven en el exilio. Norbu reza con devoción pero no le es demasiado útil. La muerte de uno de sus seres queridos repentinamente hará que su fe budista se tambalee y que comience a robar caballos de nuevo.

Esta película de 1986 que se ha proyectado en la sección de los clásicos del Festival de Cannes, ha sido la primera elección de Martin Scorsese entre las películas realizadas en los años 90. En una nota de prensa, Scorsese explica que Tian Zhuangzhuang introduce al espectador en una cultura que en un primer momento parece tan distante como la superficie de la luna. Pero un relato tan sencillo y concreto adquiere un punto de vista universal inmediatamente. En su opinión de esto trata la existencia, es la lucha por preservar la vida en el seno de la familia.

Este film ha sido una constante fuente de inspiración en el trabajo de Scorsese.

La restauración de «El Ladrón de Caballos» ha sido llevada a cabo por el China Film Archive con la supervisión de su director, Tian Zhuangzhuang. En la actualidad, está realizando un nuevo film inspirado en un relato breve titulado “El rey de los árboles”, de Ah Cheng.

SECCIÓN OFICIAL

Retrato de la joven en llamas, de Céline Sciamma

El punto de partida de la película «Portrait de la jeune fille en feu» (Retrato de la joven en llamas) de la directora francesa Céline Sciamma es el siguiente: En el siglo XVIII una condesa bretona contrata a una joven pintora con la intención de que esta haga un retrato de su hija para que contraiga matrimonio en Milán. Dado que la hija, – Eloísa es su nombre-, se niega en rotundo a casarse, la madre pide a la pintora, Marianne, que oculte su verdadera identidad y se muestre como dama de compañía.

A través de las variaciones de una aproximación, obviando el contraste al uso del plano-contraplano, Sciamma construye un estilizado relato sobre la mirada, – la mirada de la mujer artista, la mirada amorosa- que evita cualquier convención sentimental. Se trata de un discurso muy hermoso, que ensalza la libertad femenina de un modo apenas visto en imágenes. La obligación de contraer matrimonio es el sustrato del que emergen las conversaciones entre estas dos jóvenes que se resisten a adoptar los roles que la sociedad impone a las mujeres. El interés por las artes de Eloísa es el estímulo de Marianne, la pintora. A su vez, la libertad que disfruta Marianne fascina a la joven noble. El deseo progresa al tiempo que el relato, y el sentimiento amoroso se desborda. Como los Soñadores de Bertolucci, ellas viven un instante de felicidad. Ambas son espejos una de otra, porque en ambas existe la voluntad de ser sujetos plenos. Toda una radical declaración de intenciones de la cineasta, que no reivindica una habitación propia sino que la toma por asalto, sin violencia alguna.

Los esbozos del rostro de Eloísa constituyen el comienzo del film, – la memoria es el mecanismo que conforma esos trazos, como hacía el joven «voyeur» del film de José Luis Guerín «En la ciudad de Silvia»-.

Desde ese momento hasta la conclusión definitiva del cuadro, – una progresión de imágenes que en ocasiones funcionan como íntertítulos-, el mito de Orfeo y Eurídice rezuma bajo el desarrollo narrativo, asomando en una tarde de lectura. Orfeo, como las jóvenes, hace la elección del poeta y no la del enamorado, al volverse a la dríade y devolverla al inframundo. En palabras de una de las protagonistas, él prefiere guardar para siempre su recuerdo en la memoria. Ellas no tendrán opción: errantes como el poeta, también evocarán la mirada que les hizo amarse.

No se la pierdan.

PROYECCIONES ESPECIALES

Être vivant et le savoir, de Alain Cavalier

La presencia ayer del gran cineasta Alain Cavalier en el Festival de Cannes, presentado por Thierry Frémaux ante todo el equipo del film, con Serge Toubiana y la asistencia de la anterior ministra de cultura francesa y directora de la Editorial Actes Sud Françoise Nyssen, fue casi un evento institucional, muy significativo para el cine francés. La sala se puso en pie ante Cavalier.

Este gesto de reconocimiento público en un festival como Cannes también es de enorme importancia para la memoria de un cine que trasciende la narración clásica y habla en primera persona, manifestación primera del yo del autor con su cámara en mano iluminando los mecanismos de su pensamiento en imágenes. Quizás estos breves encuentros permitan la entrada de otro tipo de cine en la competición.

«Estar vivo y saberlo» es un film sobre el tiempo y la muerte, donde la pequeña cámara digital funciona como un ojo íntimo que aprehende la luz y los objetos sin la sublime evocación de un film de Davies, sin la mirada luminosa de Varda, desde la duda y la amenaza, una suerte de hora del lobo psíquica.

Protagonista y testigo a un tiempo, Cavalier filma tímidamente bodegones extraños mientras la poesía se desliza en algunos planos donde la memoria cinéfila se ve asaltada por la cámara de Arrebato o por el membrillo putrefacto del jardín en la casa de Antonio López.

Lo que Cavalier nos cuenta también lo sabíamos. Pero no deja de ser la confesión de un cineasta cuyo gran éxito fue el film «Teresa», y que nos arrebató con los retratos de mujeres filmados a finales de los años 90.

SECCIÓN OFICIAL

A Hidden Life. (Una vida oculta), de Terrence Malick

La historia de Franz Jägerstätter, un campesino austríaco que rechazó luchar junto a los nazis en la Segunda Guerra Mundial, es el motor del nuevo film de Terrence Malick que se ha proyectado hoy en Cannes. Está inspirado en la correspondencia de Franz con su mujer Fani, una historia que podría haber continuado oculta de no ser por la investigación de un pacifista americano que visitó el lugar de origen de ambos, St. Radegund, en los años 70.

De ahí su título.

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La película de Malick es de una belleza sobrecogedora. Al comienzo la retórica complaciente que es seña de identidad de algunas de sus obras puede resultar previsible. Pero no es necesario que transcurra mucho tiempo de proyección para darse cuenta de que el amor que este cineasta profesa a los seres humanos y a la vida misma es de una naturaleza sagrada. La persistencia de la luz en la materia no tiene un fin evocador, sino que es reveladora de este carácter divino de las cosas. Clasicismo mayúsculo, la cámara de Malick acuna la arcadia de una comunidad de campesinos que viven de un modo sencillo, en comunión con la naturaleza. La historia de Franz y su familia es filmada como una expulsión del paraíso. En su desarrollo se insertan ocasionalmente imágenes documentales de Hitler y su tiempo, incluso en un instante el führer inicia un breve movimiento de baile. Su presencia simbólica en el relato es la que otorga todo el sentido moral de esta historia, en la que el personaje ha de decidir entre no habituarse al crimen o vivir una vida sin honor, participar en la masacre.

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Malick señala de modo determinante un aspecto: quien somete a Franz a todo tipo de vejaciones no es ese personaje que desfila en los fotogramas en blanco y negro, sino en primer lugar, sus vecinos (que lo miran con recelo cuando todavía permanece cultivando sus tierras), y después todo un catálogo de hombres (soldados, oficiales, jueces, carceleros, verdugos… ), máscaras de la ruindad instalados en el engranaje de una maquinaria destructora, voluntad manifiesta de permanecer en el lado del mostruo.

Como dice la cita de George Eliot (seudónimo de Mary Anne Evans) que cierra el film, la bondad del mundo depende en gran parte de ciertos hechos que no pertenecen a la historia. Y si a nosotros nos va más o menos bien, es gracias a aquellos que vivieron una vida oculta y descansan en tumbas olvidadas.

Palma de Oro para Malick

UNA CIERTA MIRADA

Liberté, de Albert Serra

Albert Serra ha vuelto al Festival de Cannes esta misma tarde. Su película Liberté (Libertad) ha sido proyectada en la sala Debussy, ante la presencia del ministro de cultura José Guirao y de sus productores portugueses (Rosa Filmes).

La película, según la sinopsis ofrecida a la prensa, tiene lugar en el año 1774, unos años antes de la Revolución Francesa, en algún lugar de los bosques entre Postdam y Berlín.

Madame de Dumeval, el duque de Tesis y el duque de Wand, libertinos expulsados de la corte puritana de Luis XVI, buscan el apoyo del legendario duque de Walchen, seductor y libre pensador alemán, abandonado en un pais donde reina la hipocresía y la falsa virtud.

La intención de estos tres personajes es llevar el libertinaje hasta Alemania, una filosofía de las luces basada en el rechazo a la moral y a la autoridad, y asímismo, encontrar un lugar donde continuar con sus juegos perversos.

Toda esta exposición teórica no es significativa para el espectador, que de inmediato se ve convertido en un voyeur en mitad de la noche. Una noche a duras penas iluminada, donde las coreografías de los encuentros entre esos hombres y mujeres tocados con grandes pelucas y ataviados de sedas, terciopelos y brocados emergen entre el bosque bajo, se ocultan tras los árboles y en los palanquines. Y el deseo de ver, – y el de ser vistos- aumenta conforme avanza la misma, de modo que la cámara que filmaba tímidamente algunos planos se aproxima en primer plano a los sexos, a los objetos hasta mostrarlos sin censura en la exacerbación de los gestos sadomasoquistas.

El tiempo del último cine de Serra es el del cine de la experiencia límite; lo fue al filmar La Muerte de Luis XIV con Jean-Pierre Léaud, lo vuelve a ser ahora filmando el sexo y el deseo al límite de lo visualmente soportable. La experiencia inmediata en la mirada entomológica que obvia la psicología del individuo aunque observa su comportamiento, sin juicio de valor alguno. Mecanismo lúcido que ilumina la materia oscura, Serra es un joven maestro del cine.

QUINCENA DE LOS REALIZADORES

Canción sin nombre, de Melina León

Extraordinaria película de la realizadora peruana Melina León que compite por la Cámara de Oro. Está dedicada a su padre que en su trabajo como periodista, conoció de primera mano el escándalo del robo de niños para su adopción en el extranjero que tuvo lugar en el Perú de los años 80.

Esos hechos terribles hoy son esta historia tan sutil, tan delicada, filmada en blanco y negro. En ellos está basada la tragedia de Georgina, la protagonista. En su realización Melina León desvela un amor absoluto por el cine de los orígenes.

En el caso de que un relato tan hermoso fuera divisible, toda la primera parte donde conocemos la vida, la espera, la fatalidad, el engaño y la desesperación que sufre la joven hasta que el periodista Pedro Campos decide ayudarle a encontrar a su hija, es un homenaje inigualable al cine mudo, y en concreto a los rostros de Dreyer, a las sombras del primer cine de terror (la mano en la ventana, el camino a casa en las montañas de arena, las sombras en la noche). Sin efectos especiales, guiños groseros ni calcos en la planificación, la forma es la primera piel del angustioso relato de una mujer que carece de documento de identidad.

Ya lo vaticinan las niñas que abren el film saltando a la comba: “Soltera o casada, no eres buena en nada” cantan sin saber qué cantan.

Presten atención al momento en que la joven protagonista es arrojada a la calle un día después de haber parido: los gritos de terror de Georgina y el sonido de los golpes en la puerta anhelando a su hija se asientan en el tempo del fundido en negro. Si hoy alguien, entre la marea de imágenes que nos invade, ha olvidado qué es el cine, recuerden: ese instante mismo es el cine.

Imposible no ver la influencia de Bela Tarr en los trayectos hasta casa, un día tras otro, sin la frecuencia reiterativa de “El Caballo de Turín”, pero con el paso lento, difícil, y el sonido del viento alcanzando todos los rincones de la sala.

En un momento dado, en mi opinión, el film se acerca a la escritura buñueliana con la caida de los zancos de un miembro de la comparsa que anima la fiesta, donde al ralentí Georgina ayuda a un anciano a levantarse del suelo.

 

Así, la cámara es otra cuando entra en escena Pedro Campos. Desde su lugar de trabajo donde se escuchan continuamente las noticias de los atentados cometidos por Sendero Luminoso, comienza la investigación. Ahí la cámara comienza a moverse, y el guión adopta el ritmo de la búsqueda con un inciso para recalar en la vida privada del periodista.

Valiente, Melina. Muy valiente, Georgina.

 

SEMANA DE LA CRÍTICA

Hvítur, Hvítur Dagur, de Hlynur Pálmason

En una pequeña localidad islandesa, un hombre se obsesiona con la idea de la infidelidad de su mujer muerta hace dos años en un accidente de tráfico. Este film, que desde el francés, se traduce como «Un día tan blanco», – título de un poema del padre de Andrei Tarkovski y primera opción para nombrar «El espejo»- se inicia sin embargo con una cita propia, anónima: En esos días en los que mar, cielo y tierra se funden en un blanco infinito, es posible hablar con los muertos.

Esta no es una historia de zombies aunque Charles Tesson en la presentación ha hablado de las sensaciones telúricas que transmite la misma. También lo ha comparado con Claude Chabrol y su film de 1969 «Que la bête meure» (Que muera la bestia).

El protagonista es Ingvar E. Sigurðsson, un actor portentoso tanto en su interpretación como en su dicción. El film, cuyo ritmo se muestra descompensado en relación a algunas secuencias de lo cotidiano, adquiere una fuerza extraordinaria, difícil de olvidar, cuando señala el vínculo de Sigurðsson con su nieta. No estamos habituados a tanta verdad en las ficciones contemporáneas. Una cruda verdad en ocasiones, pero que rebosa amor con mayúsculas en los momentos en que el protagonista consigue salir de su tormento.

Inolvidable el hombre inmerso en las voces de una historia de terror para la pequeña, – a petición de la misma-, que le observa acostada con gesto de espanto. Este momento y el cierre del film están filmados  por el ojo de un maestro; como cada uno de los niños que nos regala el cine, desde los pequeños de «La noche del cazador» hasta los errantes en la niebla de Angelopoulos, las niñas Ana e Isabel que habitaron la colmena (aquí era Isabel la autora del relato terrorífico)  o los hermanos de El Regreso, entre tantos otros.

Un buen motivo para verla.

 

SECCIÓN OFICIAL – FUERA DE CONCURSO

For Sama, de Waad al-Kateab y Edward Watts

«For Sama», ganadora del premio al mejor documental (premio L’oeil d’or) junto con Patricio Guzmán, es el recorrido intimo y epico al mismo tiempo de una joven acorralada por la guerra en Siria. Carta de amor de una madre joven a su pequeña, la película cuenta la vida de Waad al-Kateab a lo largo de los cinco años desde el levantamiento de Alepo, en Siria. Cinco años durante los cuales Waad se enamora, se casa y da a luz a Sama mientras el conflicto se estanca en su entorno.

La película sigue y apunta historias increibles de perdidas, alegrias y superviviencia mientras Waad lucha ante una elección imposible: abandonar Alepo para proteger la vida de su hija o permanecer allí a pesar de todo. Huir sería abandonar la lucha por la libertad por la que tanto ha sacrificado ya.

Esta película es el primer largometraje documental realizado por los directores Waad al-Kateab y Edward Watts.

Waad confiesa que no es una película sino el relato de su vida. Comenzó a filmar su historia personal sin un proyecto concreto en mente. Filmaba las manifestaciones en Siria con su teléfono móvil, como tantos otros activistas. Nunca imaginó dónde le llevaría esto pasado un tiempo.

«Como mujer en un barrio conservador de Alepo, pude tener acceso y contar la experiencia cotidiana de las mujeres y de los niños de Alepo, algo imposible para un hombre. Esto me permitió mostrar la vida cotidiana de los sirios que, a pesar de todo, intentaban continuar una vida normal luchando por su libertad.

Aunque la película cuenta mi historia y la de mi familia, nuestra experiencia no es única. Cientos de miles de sirios han vivido lo mismo y lo siguen viviendo. El dictador que cometió aquellos crímenes está aún en el poder y continua matando inocentes. La lucha por la justicia sigue siendo actual.

Contar historias para que nunca sean olvidadas, para nunca nadie puede deformar la verdad de lo que hemos vivido.»

El trabajo de Edward Watts, correalizador del documental, intenta transmitir humanidad, valores humanos comunes, con la esperanza de  reducir el odio en un mundo tan turbulento. Lo inesperado, su mirada intimista incluso en los lugares más sombrios, sus historias son relatos de esperanza en medio del horror del mundo.

Fragmento del dossier de prensa

Traducción de Esmeralda Barriendos para zinema.com

SECCIÓN OFICIAL

The Dead don’t die, de Jim Jarmusch.

El film de Jarmusch es extraño y en apariencia de factura simple, rasa.  Pobres de nosotros, espectadores a la espera de una genial película de zombies al uso. En un rincón de la América profunda, el mundo no ha perdido su inocencia y seguimos el hilo de  «un guión predecible» donde los escasos diálogos, su repetición y la reiteración indolente de algunos gags, señalan de inmediato que ese sustrato narrativo es el lugar de la ficción, y no el de la vida. Una suerte de fábula aburrida, de esperada moraleja.

Pero el lugar de la ficción para Jarmusch  ya no es el lugar del cine. La interpretación de la gran Tilda Swinton es reveladora en este sentido, construyendo un personaje muy próximo a los videojuegos . Lo que queda del cine está a la venta en forma de souvenir y en el mejor de los casos, construye cierto imaginario de algún personaje solitario.

Fuera de todo esto, – fuera del guión de Jim- está la vida, que ya no es tal: es un baile sonámbulo de zombies que anhelan sus móviles, pero también es la resistencia y lo salvaje, el bosque que preserva la palabra en esa edición olvidada de Moby Dick.

Jim parece decirnos: para qué nos vamos a morir si estamos muertos. En mi opinión, su cine sigue vivo.

CANNES CLASSICS

Toni, de Jean Renoir

Comienzo el festival de Cannes 2019 en Cannes Classics con Renoir, y su película Toni (1935) restaurada por los laboratorios de Bolonia L’Imagine Ritrovata y digitalizada este mismo año gracias al CNC (Centro Nacional del Cine) y de Gaumont (confieso que me encanta que, junto a su logo, aparezca la frase «Desde que el cine existe»).

Rompiendo con los rodajes de estudio de la época, «Toni» es una película precursora del neorrealismo. Financiada por Marcel Pagnol, la historia del obrero italiano que se enamora de una española está filmada en el mismo lugar del suceso que inspiró a Jean Renoir, con actores secundarios que son habitantes del lugar.  Luchino Visconti trabajó en esta película como ayudante de dirección junto a Renoir, y a partir del año 1942 con el film Obsesión comienza en el neorrealismo italiano.