¿Una segunda vida para el cine alemán de los orígenes?, por Thomas Elsaesser
Vivir dos veces
El cine alemán es recordado esencialmente por su denominada Edad de Oro, – las películas expresionistas de los años veinte-, y por el gran número de directores de renombre de la época. Pero un doble enfoque sobre el arte del cine y de sus autores que refleje la pugna por un cine nacional respetado en el ámbito cultural, e interesado por la introspección psicológica, sólo ha profundizado en las sombras que rodean su otra cara: la historia de un cine popular.
Un caso evidente son las dos primeras décadas, donde las historias comunes no tenían mucho valor para la realización de un estudio en profundidad. Debido a la catastrófica historia social y política de Alemania al menos durante medio siglo, era tentador dirigir la mirada al cine para descubrir algunas verdades ocultas de la nación y de su alma.
Principalmente después de 1945, el evidente déficit de películas de los orígenes y el ascenso del nacional socialismo fue tan grande, y en manos del régimen, la memoria del vergonzoso uso del cine como instrumento de propaganda fue tan entusiasta, que cualquier informe del cine alemán de otro periodo se fundamentaba mostrando una versión propia de la historia pasada.
Quizás sí fue una herida oculta, y el periodo mínimo requerido para una retrospectiva teleológica fue el del cine anterior a la Primera Guerra Mundial. Ante el dilema de documentar las raíces del nacionalismo, o rescatar de la debacle una tradición de vanguardia internacional y autosuficiente, el negocio del cine primitivo parecía algo intrascendente, azaroso.
Las películas mismas, comparadas con las producciones de otros países, y en concreto con Francia y Dinamarca, parecen monótonas y “retrasadas” en lo que a estilo se refiere. Lo más obvio se iguala con el cine primitivo de otros lugares, la gran atracción de espectadores de toda condición social, su astuto oportunismo y un desvergonzado sensacionalismo, y principalmente, las múltiples conexiones con otros medios de comunicación de su tiempo, que a menudo era obviadas en silencio, o eran vistas sencillamente como algo imperfecto, negativo.
No obstante, de forma paradójica, aquellas primeras décadas de innovación y experimentación, de consolidación, rápidos cambios y graves crisis, nos pueden contar mucho más sobre este cine como un cine “nacional” que cualquier otro número de obras maestras sintomáticas.
Sólo desde esta perspectiva puede hablarse de una “segunda vida” del cine primitivo alemán, frente a la hostilidad crítica y a una agenda histórica bastante específica que carece de simpatía por el cine de estrellas y géneros, y que prefiere otro cine de ambiciones artísticas y talento original.
Pero el vínculo de las películas de género alemanas con aquellas realizadas en otros países por un lado, y con la cultura impresa y de la imagen en la Alemania de la época Guillermina (previa a la Primera Guerra Mundial) por otro, debe ser una de las tareas más importantes para cualquier revisión histórica de las películas.
De igual modo lo ha de ser para las estrellas de la época. Cuando aparecen sus nombre en los créditos de los films o en los anuncios de la prensa, sus vidas son hoy tan poco conocidas que es necesaria una profunda investigación biográfica incluso para determinar fechas elementales.
Los rostros de estos actores en fotografías o en postales de coleccionistas evocan de inmediato un periodo que es a un tiempo extraño y reconocible, evidentemente “alemán” y que lleva en sí mismo el inconfundible glamour del cine.
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Extracto del libro “A second life. German cinema’s first decades” de Thomas Elsaesser. Amsterdam University Press, 1996.