Vivimos rodeados de pantallas. En casas, en calles, en trabajos, en metros, en aviones, en bares, en tiendas, en centros comerciales. Las pantallas forman una parte indispensable de nuestra vida cotidiana. No podemos vivir sin ellas. No podemos trabajar sin ellas. No podemos viajar sin ellas. Si hace unos años su presencia estaba limitada a ámbitos como las salas de cine o el propio hogar, actualmente la pantalla es omnipresente y se manifiesta por doquier, en el espacio público y en el privado; una pantalla que adquiere formas, funcionalidades y tamaños diferentes, que se multiplica y cambia con cada nueva generación de dispositivos. La pantalla se ha convertido en la prótesis más importante de nuestras vidas, una extensión inevitable de nosotros mismos. Pasamos más tiempo delante de una pantalla que de cualquier otro tipo de dispositivo. La utilizamos para leer libros, para ver películas, para escuchar música, para jugar a videojuegos, para comunicarnos con los demás, para socializar, para entretenernos, para informarnos y para trabajar. Todos parecemos saber qué es una pantalla y sin embargo conocemos muy poco sobre su historia y las múltiples fases por las que ha transitado, en especial los más jóvenes, que han nacido con las pantallas de última generación de ordenadores, videojuegos y teléfonos móviles como principales referentes. Una genealogía de la pantalla. Del cine al teléfono móvil, de Israel Márquez examina, desde una perspectiva genealógica atenta a la hibridación entre tecnologías, medios, usos y prácticas, la prolongada historia de la pantalla, desde sus orígenes con la pantalla cinematográfica hasta esa pantalla diminuta, ubicua y global que es la pantalla del teléfono móvil. Conocer la historia de este particular dispositivo técnico es hoy más necesario que nunca, pues nuestra vida es ya completamente inseparable de el. Editorial Anagrama.