Las películas de Sydney Pollack tratan de las relaciones humanas tal y como se demuestra en este núevo libro de la colección «cineastas» de la editorial Cátedra a cargo de Rubén Ordieres. Su estilo, en apariencia clasicista, no fue producto de la copia sino de la reflexión. Se dio cuenta de que nada, ni siquiera la cámara, debía estorbar a sus amantes, a través de los cuales podía contar cualquier historia. Su voz como narrador surgió poco a poco y en su búsqueda, como les ocurre a los héroes mitológicos, se encontró con desafíos pero también con ayuda. Primero de un maestro, Sanford Meisner, que en su escuela de actores, la Neighborhood Playhouse, le enseñó, más que una teoría de la interpretación, una manera de entender el arte; después de un protector, Burt Lancaster, quien recondujo su carrera profesional, y, finalmente, de un aliado, Robert Redford, con el que construyó un personaje romántico y legendario y descubrió los grandes temas de su filmografía. El viaje tuvo su recompensa. Una obra coherente, personal y llena de amores frustrados, con la que aquel chico que en 1952 abandonó una pequeña comunidad de Indiana con la idea de probar fortuna como actor se ganó el derecho a que se le contase entre los directores que durante los años setenta transformaron el cine americano. Editorial Cátedra.