El cineasta neoyorquino George Andrew Romero, padre de las películas de zombis gracias a la creación de la saga La noche de los muertos vivientes, fallece a los 77 años mientras dormía tras una «corta pero agresiva batalla contra el cáncer de pulmón”. El mítico realizador murió mientras escuchaba la banda sonora de una de sus películas favoritas, El hombre tranquilo (1952), acompañado por su esposa, Suzanne Desrocher, y su hija, Tina. Rodada en Pittsburgh con un presupuesto de 114.000 dólares, La noche de los muertos vivientes (1968), sobre un grupo de personas acorraladas por zombis en una granja de Pensilvania recaudó 30 millones y se convirtió en un clásico de culto con el paso de los años, especialmente por su mensaje contra el capitalismo durante la era de la contracultura. Además, la película se distingue por ser una de las escasas películas de aquella época con un actor afroamericano (Duane Jones) como protagonista. Tras aquel filme, que mostró el camino a otros cineastas de su generación en su búsqueda de proyectos ilusionantes sin grandes presupuestos, Romero rodó las secuelas Zombi (1978), Día de muertos (1985), La tierra de los muertos vivientes (2005), Diario de los muertos (2007) y La resistencias de los muertos (2010).