Representantes de la cultura y la política, familiares, amigos y amigas, compañeros y compañeras de profesión y decenas de ciudadanos y ciudadanas desfilan por la capilla ardiente de Carlos Saura, instalada en la sede de la Academia de Cine, cumpliendo de esta forma el deseo que había expresado el cineasta. La jornada cuenta con un homenaje especial: el estruendo de los tambores de Calanda, que no quisieron faltar a la capilla ardiente del ilustre aragonés.