La sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián se vuelve a colapsar con cuatro propuestas. Por un lado Sollers point, nueva pelícua del cineasta y artista audiovisual Matt Porterfield, en la que un preso en libertad condicional tras haber pasado un año en la cárcel vive en casa de su padre. Recorre su barrio de Baltimore, profundamente dividido en estratos sociales, en busca de trabajo y de algo que dé un nuevo sentido a su vida. Por otro, la española Marrowbone, debut en la dirección de Sergio G. Sánchez, guionista de El orfanato y Lo imposible, en la que tras la muerte de su madre, cuatro hermanos sobreviven sin ayuda alguna, en la vieja granja familiar, mientras una amenazante presencia empieza a rondar la vieja casa. La película da varios giros, algo que Sánchez compara con las muñecas rusas, «es un mundo fantástico en el que vas levantando capas, y con cada capa encuentras una sorpresa». Otra producción española es Morir, de Fernando Franco,en la que se cuenta la mutación que experimenta la relación de una joven pareja cuando él le confiesa a ella que padece una enfermedad terminal. A partir de ahí la convivencia entre ambos se va convirtiendo en un tormento progresivo. Finalmente, Soldatii, poveste din ferentari, es una producción entre Rumanía, Serbia y Bélgica dirigida por Ivana Mladenovic. En ella un ex convicto romaní que vive en el barrio más pobre de Bucarest, trata de ayudar a un antropólogo que está escribiendo una tesis sobre la música del gueto, el manele. Pronto ambos inician un romance. La cineasta ya había reflejado desde el documental realidades de barrios marginales en Rumanía y esta película alude desde el título al barrio romaní de Ferentari. Para concluir, un Velódromo abarrotado se estrena como escenario de entrega del Premio Donostia a la actriz italiana Monica Bellucci que recoge el galardón de manos de John Malkovich. La intérprete asegura sentirse halagada por recibir «un premio como éste en el marco de un Festival y de un país a los que amo tanto«.