Tres iregulares películas irrumpen en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián. Por un lado Adilkhan Yerzhanov llega con A Dark-Dark Man, ambientada en un pueblo kazajo en donde es asesinado un niño y la corrupción generalizada interrumpe en la investigación sin resquicio de esperanza. El director niega que su película fuera un reflejo de la realidad social o política de su país y añade que “la corrupción es algo que está presente en todas las sociedades, lo mismo que la vulneración de los derechos humanos. Mi idea al realizar esta película era poner rostro a esa situación, centrarme en alguien que personificase esas situaciones y, al mismo tiempo, reflejar su transformación, su tránsito de las tinieblas a la luz. Pero no he hecho un film político”. Por otro lado, de Małgorzata Szumowska presenta The Other Lamb, protagonizada por la actriz Denise Gough, ambientada en una secta y que reconoce, podría tener «una lectura sobre la opresión del patriarcado» para añadir que «aquí lo interesante es que la mujer no es representada como víctima sino que se cuestiona la propia responsabilidad de las mujeres a la hora de buscar su salvación en brazos de un hombre. Eso plantea una reflexión muy interesante sobre la sumisión”. Termina la jornada con el pase de Zeroville, de James Franco, que formaba parte de la sección oficial y que finalmente fue eliminada por haberse estrenado previamente en Rusia. Discreto homenaje al cine de finales de los sesenta sobre un joven editor que se enamora de Soledad, una bella actriz, y emprende un viaje de ensueño a un mundo de películas que termina en tragedia con un descubrimiento casi horrible.