China aprueba una ley sobre el cine, que prohíbe los contenidos considerados como perjudiciales para la dignidad, el honor y los intereses del país, cuando se dispone a convertirse en el primer mercado mundial del sector. El proyecto de ley, aprobado por el comité permanente de la Asamblea Nacional Popular (ANP), precisa que su objetivo es «difundir los valores socialistas fundamentales» y enriquecer la vida cultural y espiritual de las masas. Quedan prohibidos los contenidos susceptibles de alentar la oposición a las leyes o a la Constitución, que perjudiquen la unidad, la soberanía y la integridad nacionales, que desvelen secretos de Estado o dañen la seguridad de China, su dignidad, su honor o sus intereses. El texto también rechaza las películas que «calumnien las excelentes tradiciones culturales populares» y aquellas que resulten dañinas para la unidad étnica. Con la entrada en vigor de la ley, en marzo, las empresas chinas del sector no tendrán derecho a participar a producciones extranjeras susceptibles de perjudicar «la dignidad, el honor, los intereses de China y la estabilidad social«. Quienes infrinjan la ley deberán pagar multas por un importe cinco veces mayor al de sus ingresos, según el texto. China tan sólo autoriza la difusión de unas decenas de películas extranjeras cada año en sus cines, frente a unos 300 filmes chinos. Para burlar esas cuotas, los productores extranjeros se unen a veces a socios locales e incluyen elementos chinos (escenarios, personajes…) en sus obras.