De sorprendente inclusión en las nominaciones a los próximos Oscar (ha tumbado a WAR HORSE, de Steven Spielberg), TAN FUERTE TAN CERCA, es la esperada nueva obra del autor de BILLY ELLIOT y EL LECTOR. Ya vista, podemos decir que nos hallamos ante la menos interesante de todas sus obras. No es, ni mucho menos, un film desdeñable, pero sí en el que se le ha ido más la mano en cuanto a las ansias por agarrar la emoción del espectador a cualquier costa evidente. La obra ofrece un asunto central demasiado tentador en ese sentido.
TAN FUERTE, TAN CERCA nos propone una sensible indagación en la tragedia personal de las víctimas del acontecimiento histórico que más ha tambaleado los cimientos de la estabilidad internacional del presente sigo: los atentados del 11 de Septiembre en la ciudad de Nueva York. El film se centra en Oskar, un niño cuyo padre es uno de los miles de fallecidos tras el derrumbe de las Torres Gemelas.
Así pues, partimos desde un ser que no ha sabido salir aún del shock que le ha supuesto esa pérdida tan fatídica. Las primeras imágenes del film inciden en la intensa complicidad habida entre padre e hijo. La relación con la madre, en cambio, apenas sí tiene presencia alguna. Tras el fallecimiento de aquel, el menor se encierra en un íntimo coto de acechanzas, del que a nadie quiere hacer partícipe.
El asunto central del film principia en el hallazgo casual de un sobre, con una llave dentro, que el padre tenía escondido en un jarrón. En el sobre se lee el apellido Black. La curiosidad por saber qué cerrojo abrirá esa llave lleva al chaval a iniciar una desesperada búsqueda. Decidirá ir a visitar, tras comprobarlo en un listín telefónico, a todas las personas que, con ese apellido, viven en Nueva York.
Por lo tanto, la película se centrará, de un lado, en la descripción del carácter contumaz, abatido, irascible y voluntarioso del protagonista, y, de otro, en los esfuerzos que emprenderá para saldar el enigma de esa llave oculta. Éste segundo apartado permitirá la variopinta incorporación de un buen número de personajes que irán poniendo a prueba el tesón del joven.
El principal lastre que torpedea la hondura dramática de TAN FUERTE TAN CERCA es lo reiterativo de su avance narrativo. La variedad de encuentros con personajes apellidados Black determina una concatenación de excentricidades que no abundan en el desarrollo interior del personaje principal. El film desbarra por una suerte de pintoresca superficialidad, que no beneficia a la verosimilitud de la peripecia emprendida por el niño.
Sólo la aparición de un anciano que tiene alquilada una habitación en le piso de la abuela del chaval eleva el tono del relato por encima de esa insistencia en la rareza incomunicativa de Oskar: en la relación que surgirá entre ambos el film cuaja una serenidad y una hondura que ha sido despreciada con anterioridad en aras de un mero pincelado aislado y sesudo del chaval.
Sin embargo, la ausencia del personaje interpretado por Max Von Sydow hace que el film derrape inapelablemente por el camino de una superficialidad telefílmica no vista hasta ahora en ninguna de sus tres obras anteriores. La media hora final adolece de sentimentalismo reconfortador. Campa a sus anchas la tentación de ese buenismo comercial tan del gusto de estas piadosas obras hollywoodienses. La superación del luto personal queda abaratada de forma flagrante.
Cuesta reconocer, pues, en TAN FUERTE, TAN CERCA la elegancia y el pudor observativos que Daldry dirimió, por ejemplo, en LAS HORAS. Da la impresión que su carrera va iniciando el mismo periplo domesticado del sueco Lasse Hallström (de MI VIDA COMO UN PERRO a CHOCOLAT) : estimables realizadores que, en aras de un reconocimiento público masivo y premiado, desprecian su inquietud inicial para manufacturar consumible comercialidad emotiva empaquetada al vacío, con pronta fecha de caducidad impresa.